26 de abril de 2016

400 años sin Cervantes aunque con el "Quijote" (Primera parte)

Dibujo del ilustrador Fernando Vicente
    Dicen que llega un momento en la vida de todo lector curioso, en que este mamotreto atrae como lectura casi irresistible. Deben de ser cosas de la edad o la experiencia.
    ¿Qué Quijote elegir en este trance? 3 opciones 3 para el fiero lector que se aventure a disfrutarlo. Francamente, merece la pena ir más allá de los episodios más conocidos y repetidos todos los 23 de abril de todos los años (el primer capítulo eternamente releído, los molinos, los rebaños...), porque a partir de estos episodios iniciales, la novela gana muchísimo en técnica narrativa, humor e interés.

Primera opción (en la red). El Quijote del Centro Virtual Cervantes. Repleto de notas aclaratorias sobre Historia, usos y costumbres de la época, significado de palabras ya en desuso, claves literarias, reconstrucciones dibujadas de escenarios (dependencias de la casa, vestimenta, objetos...) Inagotable. Lo mejor es que el lector valiente puede elegir entre leer de seguido o, si lo tiene a bien, detenerse de vez en cuando a consultar las notas. Adecuado, completísimo, sencillo de manejar. Échale un vistazo, anda.

Segunda opción en la red. El Quijote de la Biblioteca Nacional. Una gozada. Se trata de la primera edición tal cual. Difícil de leer el texto con los tipos originales de imprenta, claro. Sin embargo, la información adicional resulta muy amena y el curioso lector accede a imágenes de ilustradores, vídeos, mapas, música, la vida en el siglo XVII, las claves literarias de la novela con referencias extraídas de obras contemporáneas... Un festín de curiosidades con un diseño y accesibilidad estupendos.

Alternativa (en papel -o libro electrónico-). El escritor Andrés Trapiello es un reconocido cervantista. No solo ha tenido la irreverencia de escribir una novela -que no está nada mal- en la que narra qué fue de los personajes al morir don Quijote. Se ha atrevido a escribir el Quijote pasándole lija fina por el estilo, poniéndolo al día y ajustándolo en lo posible a nuestro castellano sin perder el aroma de la prosa de Cervantes. Es algo que escritores de hoy ya han intentado con otros clásicos y con resultados interesantes, aunque siempre discutibles. Por cierto, su biografía de Cervantes resulta una lectura recomendable; no solo para friquis del escritor alcalaíno, que los hay, los hay.

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